¿Cómo conectarme con el mundo digital de mi hija o hijo?

A menudo, en el proceso de crianza, nos enfocamos en controlar el comportamiento de las niñas, niños y adolescentes, mediante el establecimiento de reglas y límites; en consecuencia, rápidamente perdemos de vista lo más importante: la calidad de nuestra relación.

De acuerdo con la disciplina positiva (modelo educativo que permite entender el comportamiento de las niñas, niños y adolescentes y la forma de abordar su actitud para guiarles de forma positiva, afectiva y siendo firmes y respetuosos), una estrategia fundamental para lograr conectarnos con nuestras hijas e hijos en línea es preferir la conexión antes que la corrección 32.

Cuando niñas, niños y adolescentes se sienten emocionalmente conectados con sus madres, padres o personas adultas cuidadoras, resulta más probable que acepten los límites que se establecen en torno a su comportamiento y esto incluye todas las acciones que adelantamos para lograr que nuestras hijas e hijos equilibren el uso de conexiones y dispositivos tecnológicos

La clave está en centrar nuestro mayor esfuerzo en crear una conexión fuerte con nuestras hijas e hijos aprovechando todas las oportunidades disponibles para mantenernos cerca tanto física como emocionalmente.

 

Algunas ideas para lograrlo pueden ser:

 

Permanecer disponibles

Observar los momentos en los que niñas, niños y adolescentes están más dispuestos a hablar y aprovecharlos para compartir con ellos (por ejemplo: a la hora de dormir, en el desayuno o la comida, cuando caminan hacia el colegio).

Iniciar la conversación; hacerles saber que a usted le interesa lo que les sucede en sus vidas.

Reservar tiempo todas las semanas para hacer actividades con ellos, y evitar la programación de otras actividades durante ese horario.

Conocer sus intereses (por ejemplo, videojuegos, series, aplicaciones) y mostrar interés en ellos.

Iniciar conversaciones compartiendo lo que usted hace, piensa, siente o necesita, en lugar de iniciar la conversación con una pregunta.

Protegerles en cualquier circunstancia y contexto, ya sea en línea o fuera de línea.

Apoyarlos en momentos en los que deben tomar decisiones para que, poco a poco, vayan aprendiendo a actuar autónomamente.

Generar oportunidades para el ejercicio de sus derechos.

Escucharles activamente

Cuando hablen acerca de sus preocupaciones, dejar de hacer lo que está haciendo y escucharlos

Expresar interés en lo que dicen sin invadir su privacidad.

Escuchar su punto de vista, aunque resulte difícil. Permitirles que terminen de expresar sus opiniones antes de responder.

Repetir lo que los oyó decir para asegurarse de haber entendido correctamente.

Aceptarles de forma incondicional

Respetar, valorar y creer lo que le cuentan acerca de sus dificultades, miedos, inseguridades, molestias, alegrías o sueños.

Evitar las críticas y los regaños; hacerlos sentir cómodos en su compañía, sin ningún tipo de temor o intranquilidad.

Aceptarlos tal como son; evitar las comparaciones.

Expresar su opinión sin menospreciar la de ellos; hay que reconocer que está bien no estar de acuerdo.

Evitar discusiones acerca de quién tiene razón. En lugar de ello, puede decir, "Sé que no estás de acuerdo conmigo, pero esta es mi opinión".

Concentrarse en los sentimientos de sus hijos en lugar de los suyos durante la conversación.

Suavizar las reacciones fuertes; los niños dejarán de prestar atención si se muestra molesto o a la defensiva.

Apoyarles

Preguntarles lo que quieren o necesitan de usted durante una conversación: información, escucha, orientación, ayuda para a entender algo, recomendaciones para resolver un problema.

Permitirles expresar sus emociones y mostrarles cómo pueden enfrentarse a sentimientos difíciles.

Hablarles; no sermonearlos, criticarlos o amenazarlos, ni decir cosas que puedan lastimarlos.

Permitirles que tomen sus propias decisiones; no intervenir a menos que las posibles consecuencias de sus elecciones amenacen su bienestar.

Ayudarlos a evaluar su comportamiento y a identificar lo que pueden corregir o mejorar.

Expresarles que, aunque pueda darles miedo o vergüenza ante ciertas situaciones, pueden contar con usted y sus demás adultos de confianza siempre que lo necesiten.